Un grupo de amigas en China se fueron a vivir juntas para pasar los mejores años de su vida en compañía de las personas que más quieren.
Todo comenzó como una broma “¿Y si nos vamos a vivir juntas? ¿Y si nos jubilamos compartiendo una casa en lugar de irnos a una casa de retiro?”, pero el plan se concretó cuando las amigas compraron una propiedad de 700 metros cuadrados.
Al principio la propiedad estaba en un estado ruinoso, todavía se alcanzaban a ver los ladrillos. Pero cada una de ellas aportó más de 80.000 dólares y pudieron construir el hogar de sus sueños, sumando el dinero de todas pudieron mejorar el espacio y adaptar e lugar a sus comodidades y gustos. Fue un resultado mejor que si lo hubieran hecho por separado.
Las chicas se conocieron primero como colegas de trabajo y con el paso del tiempo se volvieron amigas, ahora que viven juntas se llaman hermanas.
Durante una década, las amigas ahorraron dinero y buscaron el lugar ideal, el cual encontraron en un pequeño pueblo rural, con un paisaje verde y húmedo por los campos de arroz. Con gran esfuerzo lograron retirarse antes de los 60 y ahora viven en su pequeña mansión.
El punto de partida no fue sencillo. Se enfrentaron a una propiedad en ruinas con una construcción de tres plantas todavía en ladrillo rojo. Ellas se encargaron de transformarla en una impresionante edificación blanca y llena de luz que llega a través de grandes ventanales panorámicos. Cuentan con una gran terraza acristalada donde disfrutan la hora del té y de las increíbles vistas de su alrededor.
La casa cuenta con áreas comunes en la planta baja, una gigantesca cocina y comedor y lo mejor: habitaciones individuales para cada una de ellas.
Cada una de ellas tiene sus tareas ya designadas, desde plantar vegetales, cocinar y hasta de lavar los trastes. Aquí no necesitan de esos pizarrones que tenías con tus roomies para saber quién hacia qué cosa.
Eso sí, ninguna de ellas dudó en reunir de manera equitativa los 600.000 dólares que costó la remodelación, al final, este era su lugar soñado.
Aunque son siete, nunca discutieron ni se enfrentaron durante el proyecto. Ni siquiera por la decoración interior. Todo lo hicieron juntas.
Con el fin de aprovechar los espacios, construyeron una piscina para los días calurosos y su “Pabellón del Té” que se encuentra a la mitad del prado cubierta por lonas, donde les encanta pasar tiempo juntas.
Ahora que ya cumplieron su sueño, las amigas se hicieron una nueva promesa: Hasta la edad de 60 años, cada una deberá aprender una habilidad para que la convivencia en su vejez sea la mejor posible; coser, cuidar de un huerto, cocinar o aprender a tocar un instrumento son algunas opciones que tienen en mente.
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