Su infancia como actriz fue muy difícil pero logró recuperarse y ha vuelto a las pantallas para darlo todo.
Quizás el nombre Anna Chlumsky no te sea conocido como el de otras actrices pero sin duda su rostro te será familiar. Si creciste en los 80s y 90s, seguramente la recordarás por la película Mi primer Beso donde interpreta a Vada Sultenfuss, una niña de 11 que debe lidiar con varios problemas durante el verano.
La película se convirtió en todo un éxito y ella y Macaulay Culkin, su co-protagonista demostraron tener el talento para llegar a la cima. Sin embargo, Hollywood tenía otros planes pues a pesar de que Anna era una promesa del cine, le dieron la espalda y quedó en el olvido. A diferencia de Macaulay, quien interpretó a Kevin McCallister en Mi pobre Angelito y tuvo un éxito rotundo.
Esto debido a que muchos no consideraban a Anna lo suficientemente bonita y la rechazaban en los castings.
Chlumsky nació en diciembre de 1980 en Chicago, Estados Unidos y desde muy pequeña incursionó en el mundo de la actuación. Su primer gran papel que la llevó al estrellato fue precisamente Mi primer beso, que estrenó en 1991. Así, con 11 años, Anna tenía todo para brillar y convertirse en una famosa celebridad al igual que otros niños actores. Incluso ganó un premio en la categoría de Artista Revelación de los Premios Young Artist por su gran papel como Vada.
Tres años después fue llamada para reencarnar a su personaje en la secuela de Mi primer beso y en 1995 participó en la cinta El secreto del gran tesoro junto a Christina Ricci. Todo parecía ir de maravilla para Anna pero de pronto comenzó a ser rechazada mientras sus co-estrellas obtenían buenos papeles.
«Mientras estaba en la pubertad, hice muchas audiciones durante mi adolescencia y siempre me rechazaban… No me veía lo suficientemente ‘bonita’ en las escenas. Eso apestaba, después de todo es muy difícil lidiar con el rechazo a esa edad», declaró Chlumsky en una entrevista.
Su fama se terminó casi tan rápido como había empezado y una Anna adolescente quedó en el olvido. Todo el rechazo causó un gran impacto en la vida de la joven quien para lidiar con él, decidió desaparecer de los reflectores y hacer su vida normal como cualquier chica.
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de Chicago y se graduó en 2002, cuando tenía 22 años. Allí conoció a Shaun So, con quien se casó en 2008 y tuvo dos hijas, Penélope y Clara.
Pero algo faltaba en la vida de Anna.
A pesar de que era muy feliz con su familia y en su trabajo, de pronto Chlumsky comenzó a sentir que estaba incompleta. Vivía en Nueva York y había tenido una gran variedad de trabajos que iban desde verificadora de datos hasta asistente editorial. La idea de volver a ser actriz no había cruzado por su mente, de hecho creyó que nunca volvería a estar frente a las cámaras pero luego de asistir a varios shows en Broadway cambió de opinión.
Por supuesto, Anna recordaba todas las dificultades que tuvo que pasar en los sets de filmación cuando aún era una niña y lo mucho que afectaron su salud mental y desarrollo. Sin embargo, ahora de adulta sabía que podría manejar la presión de mejor manera ya que la actuación era la pieza que le faltaba.
Poco a poco volvió al mundo del espectáculo con apariciones en La ley y el Orden y otras series. Pero fue su papel como Amy Brookheimer en la comedia Veep lo que la devolvió a la fama. Incluso tuvo seis nominaciones a los Premios Emmy por su interpretación en este éxito de la pantalla chica que concluyó en 2019.
Este año, Anna Chlumsky se aventuró en las plataformas de streaming para protagonizar la nueva serie de Netflix llamada Inventando a Anna. La producción está a cargo de Shondaland, responsable de éxitos como Grey’s Anatomy y Bridgerton, por lo que se espera que la nueva producción también sea igual de exitosa.
Por su parte, Anna está convencida de que seguirá teniendo éxito como actriz ya que es algo que le apasiona y esta vez nadie podrá impedírselo. Está muy contenta con su carrera y lo que ha logrado hasta ahora, y no cabe duda que irá por más.
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