Barrendero logra graduarse y ahora es abogado: «Nunca renuncies a tus sueños»

Durante 6 años, Flávio Silva estudió la carrera de Derecho y trabajó como barrendero al mismo tiempo. Hoy celebra haberse convertido finalmente en abogado.

Todos tenemos sueños y metas que queremos lograr en nuestras vidas y cuando se presenta la oportunidad, debemos actuar rápido para acercarnos a nuestro objetivo. Lamentablemente para muchos, las oportunidades no les llegan con facilidad y ellos deben abrirse camino en el cruel mundo. Por supuesto, no hay nada que uno no pueda lograr si se lo propone y da su mayor esfuerzo y dedicación para lograrlo.

Flávio Silva es un hombre de 39 años, originario de Río Grande, Brasil que trabaja como barrendero en la municipalidad de Tibau do Sul. Su sueño era convertirse en abogado por lo que comenzó a estudiar la carrera de Derecho y a pesar de tantas adversidades no se rindió nunca. Ahora, muestra con orgullo su título universitario y su historia sirve de inspiración para muchos.

Silva está casado y tiene dos hermosos hijos; es decir, que debía mantener una familia. Es por eso que quería mejorar un poco sus oportunidades convirtiéndose en abogado; pero también sabía que no podía dejar su trabajo para dedicarse completamente al estudio. Así que, haciendo su mayor esfuerzo, trabajó y estudió durante 6 años.

«Me convertí en asistente administrativo en el Detran, pasé a la Guardia Municipal de Tangará y pasé al barrendero de Tibau do Sul. Ahí me hice cargo, sabiendo que venían dos autobuses escolares para Natal. Y lo que necesitaba era esto, era el autobús para venir a la universidad», declaró Flávio para G1

Flávio tenía que levantarse todos los días a las 5 de la mañana y para las 6 ya estaba barriendo las calles de Tibau do Sul. Tras seis horas de trabajar bajo el sol o la lluvia, terminaba su turno y corría a tomar un autobús hacia la ciudad de Natal, donde estaba su escuela. El recorrido del autobús escolar duraba casi dos horas y el hombre tenía que hacer este largo viaje para poder tomar sus clases. Al final del día, el hombre regresaba a su casa a descansar, pero solo podía dormir tres horas diarias.

Mientras barría, la idea de ser un abogado no dejaba de rondar por su mente, así que no le importaron los retos y superó cada uno de ellos.

«Esa palabra no existe en mi diccionario: rendirse», dijo.

El hombre sabía que su primer desafío sería ingresar a la carrera de Derecho. Afortunadamente aprobó el examen y fue aceptado en una universidad privada de Natal. Su madre le ayudó a pagar la matrícula del curso y por fin asistió a su primer día de clases.

Flávio estaba sin duda muy emocionado porque había comenzado sus estudios pero luego de las primeras clases se llevó una gran sorpresa. Se dio cuenta que no estaba entendiendo nada de las asignaturas y se sintió desesperado. Entonces, en una plática con algunos de sus compañeros, confesaron que tampoco estaban entendiendo y así surgió la idea de comenzar un grupo de estudio.

Como el hombre no quería desaprovechar una oportunidad como esta, habló con su jefe para que le permitiera comenzar su turno de trabajo más temprano. Entonces, podría llegar antes de sus clases a la biblioteca de la escuela para estudiar con sus amigos.

Así es como Flávio Silva terminó levantándose a las 5 de la mañana y durmiendo tan solo 3 horas, durante 6 años. Pero todo este esfuerzo rindió frutos ya que el 31 de marzo de este año, el hombre recibió la licencia para ejercer su profesión.

«Cuando vi el resultado, que había aprobado el examen de la abogacía, lloré durante cuarenta minutos. Recordé todo el sacrificio que pasé», expresó Flávio.

Aunque fue un camino muy duro, el hombre no pensó siquiera en rendirse. Desde el principio, él sabía que no sería fácil pero que al final, todo su esfuerzo valdría la pena. Por el momento, sigue trabajando como barrendero, pero ya está planeando ejercer la abogacía en una oficina.

«Si tienes tu sueño, no te rindas. Puedes estar en cualquier profesión, pero ve a por ella. Tenemos que buscar una solución pero nunca rendirnos», concluyó.

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