En la crianza de los hijos, en ocasiones, la falta de límites impuestos por los padres pueden llegar a jugar en contra de ellos.
Nadie dijo que educar a un hijo fuera fácil, te encuentras con muchísimas dudas y problemas. Generalmente, en muchos de los casos donde un niño tiene malas conductas, la causa principal es una falta de límites.
Ante un hijo maleducado, los padres pueden pensar que no son buenos cuidadores o que están haciendo mal su trabajo, pero tranquilos, sabemos que solo buscas lo mejor para ellos y por eso dudas al establecer normas.
Para empezar ¿Qué es un limite?
Establecer un límite puede ser difícil, imaginemos que en tu casa tienes tu jardín, y tu vecino entra todos los días y pisa tus flores, lo más lógico es poner una cerca, pero digamos que no lo haces y al final terminas gritándole a tu vecino, se pelean y terminas en demanda. En ese momento piensas que hubiera sido más fácil poner la cerca.
Los limites son parecidos a esta cuestión, si hubieras puesto la cerca a tiempo, no tendrías problemas con tu vecino. Si le pones limites a los hijos no es que busques perjudicarlos, no es que “no quieras que entren a tu jardín”.
Muchos padres ven los límites como algo negativo, porque tienen la percepción de que la opinión de sus hijos es invalidada, pero hay que saber diferenciar las situaciones para poder darles una infancia y crianza respetuosa. Al final, con los límites los ayudas a aprender.
Más veces de las que quisiéramos tendremos que decir “no” a cosas que ellos quieren, pero es necesario. Con acciones tan sencillas como negarle actitudes o caprichos les enseñamos que habrá actitudes que tengan consecuencias, los ayudaremos a saber que no siempre se puede hacer de todo en todos los lugares, los enseñaremos a controlar sus impulsos y ser tolerantes ante la frustración.
Y ojo, con establecer límites no nos referimos a castigos injustificados o gritos excesivos. Más bien queremos que de manera respetuosa le expliques el por qué no, recordando que es importante siempre cumplir lo que se le dice a los hijos, tanto lo malo como lo bueno.
¿A qué nos referimos con lo anterior? Es que si tú le dijiste que si se portaba mal le ibas a quitar el celular por 1 día, pues se lo cumples, si le dijiste que si sacaba 10 en matemáticas le vas a comprar un juguete, pues se lo cumples. Hay que ser conscientes con lo que podemos hacer por y para ellos y lo que no.
De igual manera, es importante no ceder a los berrinches, reconocemos que es muy tentador aceptar darle un dulce o algún juguete por el que está llorando, pero recordemos que esto solo funciona como un refuerzo negativo, ya que lo único que lograremos será que el niño piense que haciendo pataletas conseguirá lo que quiere. Acciones como estas te pueden dar unos minutos de paz, pero a lo largo te harán vivir años de infierno.
La trampa del refuerzo negativo en situaciones como ésta es que hacen que aumente la probabilidad de que con el tiempo, las rabietas sean más frecuentes.
A corto plazo, se obtienen resultados positivos, pero a largo plazo, los resultados pueden llegar a ser no tan buenos ya que el niño, aprende a manipular a sus padres mediante ese tipo de rabietas y las usarán con más frecuencia. Otra consecuencia negativa, será que el comportamiento de los hijos será incontrolable, a no ser que consigan aquello que quieren.
Cuando no pones límites a tus hijos, por lo general no toleran la frustración, les cuesta controlarse, y no llevan muy bien cumplir las normas; suelen manipular a los demás, y les hacen sentir mal para conseguir lo que quieren. Suelen ser impertinentes, exigen privilegios, no son constantes ni se esfuerzan, no tienen paciencia, son poco colaborativos, tienen problemas de conducta llegando a ser agresivos e incluso pueden llegar a romper cosas.
Cuando nos encontramos ante un trastorno de la conducta (negatividad, ruptura de normas), por lo general, tenemos ante nosotros a un niño cuya educación carece de límites, y es él y no sus padres, quien manda y decide.
“los padres se han olvidado de decir a los niños que ellos son los que están al mando”.
Es bastante habitual encontrar hogares en los que los niños son los que toman las decisiones y los adultos se adaptan a ellos y sus caprichos.
No debes olvidar que, una de las funciones principales como padre, es educar para que tus hijos puedan autoregularse, pero, para ello, antes tiene que haber alguien que ponga reglas desde fuera: los padres. Esto implica que hay que enseñarles lo que es o no correcto, a aceptar cuando se les dice que no a algo, a ser pacientes y esperar y, enseñarles lo que es la frustración y cómo dominar esa sensación.
No, educar a un niño no es nada fácil, pero como padre, eres tú quien tiene que asumir ese trabajo. Sigamos recordando que hay que tener respeto por las infancias, por lo cual todo debe realizarse desde la perspectiva del amor y el respeto, al final, tú y tu hijo serán los más beneficiados.
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