El cerebro humano y el de los pulpos son increíblemente similares, descubre un estudio.

Todo radica en la zona de aprendizaje y las capacidades cognitivas de ambas especies. 

¿Alguna vez te has preguntado sobre las similitudes que tienen los humanos con los pulpos? Bueno, aunque no lo creas, los octópodos están dotados de una gran inteligencia gracias a su increíble cerebro. Este es tan complejo como el de los humanos y cuenta con miles de millones de neuronas organizadas en redes de lóbulos.  

Por esto mismo, los pulpos se caracterizan por tener capacidades cognitivas únicas entre todas las especies de invertebrados. Si bien esto es algo que ya se había confirmado desde hace un tiempo, un nuevo estudio publicado en la revista BMC Biology, ha revelado algo verdaderamente interesante. 

Aparentemente “La complejidad neuronal y cognitiva de estos animales podría tener su origen en una analogía molecular con el cerebro humano”.

El grupo de investigadores encargados de la investigación determinó específicamente que hay una gran similitud en cuanto a los tramposones o genes saltarines, de manera general, estos corresponden a secuencias de ADN que tienen la capacidad de moverse de un lugar del genoma a otro. 

Entre otras muchas cuestiones, una cierta familia de estos singulares genes saltarines está implicada en la evolución, funcionamiento y complejidad del sistema nervioso humano. Por esto mismo, se ha propuesto que están asociados con las capacidades cognitivas de aprendizaje y memoria. 

Con el objetivo de determinar la compatibilidad entre los elementos de estudio con los octópodos, los investigadores tomaron el genoma del pulpo común (Octopus vulgaris) y el pulpo californiano (Octopus bimaculoides). Al observar ambos genomas, se percataron de que los mismos genes saltarines están activos tanto en el cerebro humano como en el de estos pulpos. 

Específicamente los tramposones pertenecientes a la familia conocida como LINE, que son potencialmente activos en el hipocampo, una estructura del cerebro que está implicada en los procesos de aprendizaje y memoria. Por lo tanto, los estudios registraron un elemento activo de esta familia en un área similar a la mencionada en los humanos. 

La bióloga Giovanna Ponte, que participó en el estudio para  Scuola Internazionale Superiore di Studi Avanzati, dijo: “Literalmente salté sobre la silla cuando, bajo el microscopio, vi una señal muy fuerte de actividad de este elemento en el lóbulo vertical, la estructura del cerebro que en el pulpo es la sede del aprendizaje y las capacidades cognitivas, al igual que el hipocampo en humanos”. 

Esto tiene dos connotaciones muy importantes , la primera es reconocer el papel que juegan los genes saltarines, que cuando la investigadora Barbara Mcclintock los reconoció se dudó de su existencia. Una vez que se aceptó que el genoma está repleto de estos elementos, se mantenía como un enigma su función, llegando a pensar que eran un vestigio, que perdieron su función. 

Y, por otra parte, permite conocer las implicaciones moleculares existentes en los desarrollados cerebros de los pulpos, lo que a su vez permite abordar cuestiones interesantes sobre la evolución de la inteligencia. Además, un hecho muy interesante que describen en SISSA es que esto podría ser un ejemplo de evolución convergente, un fenómeno por el cual, en dos especies genéticamente distantes, el mismo proceso molecular se desarrolla de manera independiente, en respuesta a necesidades similares.

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