Cuando se habla de desierto es imposible no relacionarlo con zonas secas, áridas, espacios desolados e inhóspitos con grandes cantidades de arena, sin embargo, esa es la imagen general que nuestras mentes pueden asociar, jamás se imaginarían o se pusieran a pensar que un desierto puede ser muchas cosas más.
En la gran vastedad de ecosistemas desérticos que existen en nuestro planeta, se nos olvida tal vez el más importante, el desierto de hielo de la Antártica, recubierto de densas capas de hielo.
Son más de 14.2 millones de kilómetros cuadrados de hielo y nieve sin la presencia de arena, sol, además de temperaturas bajo cero. Es por ello, que la Antártida es considerada el desierto más grande, por encima del Sahara.
La razón es bastante simple pues de acuerdo al meteorólogo y climatólogo Jonathan Wille de la Universidad de Grenoble en Francia «cualquier región que vea menos de 25 centímetros de precipitación al año califica como un desierto».
Los valles secos de McMurdo son el mejor ejemplo de zonas que no han recibido lluvia en mucho tiempo, pues después de 14 millones de año, sigue con la presencia de una enorme cantidad de humedad en el aire.
Están ubicados en la costa occidental de McMurdo Sound y cubre unos 4 mil 800 kilómetros cuarteados, está relativamente libre de hielo, y demuestran un marcado contraste entre dos ecosistemas casi antagónicos: el hielo y la tierra salina.
Hacia 2016, había alrededor de 135 residentes permanentes, pero en las estaciones de investigación dispersas en todo el continente residen entre 1000 y 5000 personas durante todo el año.
Hablando de otro tipo de población, se tiene el conocimiento que viven en la Antártida diferentes organismos como muchos tipos de algas, bacterias, hongos, plantas, protistas, y ciertos animales, tales como ácaros, nematodos, pingüinos, pinnípedos y tardígrados. El tipo de vegetación que se presenta en algunas zonas reducidas es la tundra.
Contesta