El día que explotó el techo de un avión a 7.000 metros de altura

Viajar en avión es mucho más seguro que hacerlo por tierra, pero cuando un accidente de avión ocurre, sin duda será más mortal.

En el pasado, los aviones no eran lo que hoy conocemos, los primeros viajes sí fueron accidentados pero gracias a ellos es que los aviones han superado mejores pruebas de seguridad.

En 1988 sucedió un evento extraño en el vuelo 243 de Aloha Airlines, el cual era un Boeing 737, un modelo de avión económico y de menor coste de operaciones en el mercado.

La aeronave ya tenía más de 90.000 ciclos de vuelo. Es precisamente lo que piensas, el avión ya había hecho cerca de 90.000 despegues y aterrizajes antes de tener el final inesperado que tuvo.

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El número de vuelos ya estaba muy por encima del diseño original, por lo que sus condiciones ya no eran las más óptimas. El 28 de abril de 1988 el Boeing despegó con 89 pasajeros y 6 tripulantes a bordo. Partió del Aeropuerto Internacional del Hilo en Hawái hacia Honolulu, la capital del estado.

Como parte de la rutina de seguridad, el avión fue revisado a fondo, pero el equipo no encontró nada que indicara posibles fallas o problemas para el vuelo. El tiempo para realizar el viaje era inmejorable y, como este avión ya había realizado este viaje cientos de veces, todos creyeron que sería un vuelo muy tranquilo. Todo comenzó bien.

El extraño suceso

El despegue fue normal y la aeronave llegó a la altitud programada de 24.000 pies, o 7.300 metros SNM. Sin embargo, durante el viaje, parte del fuselaje se desprendió del avión y esto provocó que casi 6 metros del avión quedara completamente al descubierto. El cielo se podía ver desde donde se encontraba la primera clase.

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En contra de lo que todos podíamos creer, casi todos los que se encontraban en esta parte del avión sobrevivieron. Desafortunadamente la única persona que no lo logró fue la azafata, Clarabelle Lansing, de 58 años, se encontraba sirviendo comidas cuando fue succionada violentamente del avión, su cuerpo jamás fue encontrado.

Tras estos primeros segundos del extraño suceso, los pilotos iniciaron una maniobra de emergencia y descendieron hasta una altura donde era posible respirar sin más caras de oxígeno. El motor 1 había fallado debido a que pedazos del fuselaje se metieron en dentro del motor.

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Aún así, y tras 10 minutos de terror, los pilotos pudieron aterrizar en el aeropuerto de la Isla de Maui. El recuento final fue de 65 personas lesionadas, 8 de gravedad. El avión fue declarado pérdida total. Investigaciones posteriores concluyeron que el accidente fue causado por el desgaste del metal tras tantos vuelos hechos por esta aeronave.

El problema del desgaste se vio aumentado debido a que el avión operaba en zona costera, poniéndolo a exposición de la humedad y sal. Finalmente el desastre ayudó a que las empresas tomaran medidas más estrictas con respecto al control de seguridad al hacer revisiones de los aviones, limitando la cantidad de ciclos que puede tener una avión antes de ser retirado del servicio.