Estados Unidos está erigido en una red continua de casos, tanto legales como ilegales, demasiado curiosos. Las legislaciones de este país son de las más complejas a nivel mundial y ha sufrido cambios cientos de veces.
Muchas de las veces que se tiene que legislar es a raíz de un caso muy particular, como es el que te vamos a presentar. Este fue un suceso que le ocurrió a Charles Fiester, un hombre de Oregón, que llamó la atención de los medios en 1895.
De acuerdo a los registros del Departamento de Policía de Salem, en Oregon City, Fiester, a sus 22 años, se casó con una niña de 13 años llamada Nancy. Por mucho que esto nos alarme el día de hoy, lo cierto es que en el siglo XIX esto era demasiado normal.
Su crimen
Durante mucho tiempo, el matrimonio fue admirado por los vecinos, incluso muchas personas describían a Charles como un hombre admirable, tranquilo y trabajador, sin embargo esto cambiaría.
Nancy llego a pasear por la calle con serios moretones en todo el cuerpo y los vecinos reportaron que escuchaban gritos en la casa de los Fiester. En algún momento Nancy se cansó de esto y decidió divorciarse de Charles y encontrando nueva pareja, esto le saldría caro.
Más tarde, Fiester demostró ser una persona más violenta de lo que se creía. Acosó a su empareja y eventualmente terminó quitándole la vida. De nuevo, en aquella época los crímenes pasionales eran muy normales y el caso solo pasó a ser uno más en la estadística.
El 30 de septiembre de 1895, Charles fue arrestado y encarcelado por el asesinato de Nancy, sin embargo el hombre se declaró inocente alegando locura. Actualmente sí existen procedimientos médicos para determinar si alguien padece de algún problema mental y así determinar su proceso legal, pero para finales de los 1800 este proceso no existía ni en las mentes de los jueces.
La táctica de Fiester
El jurado no quedó convencido de su testimonio por lo que decidió declararlo culpable por la muerte de su ex pareja. Fiester fue condenado a muerte en la horca. Sin embargo, para las autoridades de la Corte Suprema del Estado de Oregon, el caso aún tenía aristas que revisar, así que otorgaron fallo para suspender la condena.
Al saber de esta resolución, Fiester, con aún miedo a la horca, comenzó un plan para darse la ‘oportunidad’ de salir libre de su nuevo juicio. Charles montó un teatro que terminó por engañar a muchas personas.
Acostado en su litera dejó de moverse por completo y no emitió ninguna palabra durante bastantes semanas y logró convencer a los responsables de su proceso, por lo que decidieron llamar a un psicólogo judicial.
Tras examinarlo durante unos días, el encargado de la salud mental declaró que Charles Fiester estaba patológicamente loco, lo que imposibilitaba su ejecución. Sin embargo esto no lo liberó de prisión, pasó semanas en su celda siendo vigilado constantemente con la esperanza de que saliera de su condición.
Esto le significo un tiempo cómodo en la cárcel, pues los funcionarios penitenciarios se hacían cargo de sus cuidados básicos del interno, su alimentación diaria y sus baños, incluso le llegaron a colocar pañales y cambiárselos.
Sin embargo todo llega a su fin, tras 515 días de mantenerse inmóvil, Fiester ‘despertó’ y volvió a la normalidad el 10 de mayo de 1897, cuando dos de sus hijos fueron detenidos y acabaron en la misma celda que su padre. William de 26 años y John de 18 años, fueron detenidos en un robo y destinados a la misma penitenciaria donde se centraba Charles. Ahí el teatro de Fiester se cayó.
El final de Fiester
Un preso, vecino de celda de Charles, comentó a un guardia que escuchaba murmullos por las noches en la celda de Fiester. El guardia que le sirvió el desayunó al día siguiente, al saber esto, dijo que se negaba a volver a servirle al prisionero sus comidas.
Charles pasó otros 30 meses de silencio más, teniendo un total de poco más de 3 años de estar fingiendo, y tras este tiempo confesó que estuvo mintiendo, por lo que el juez ordenó su ahorcamiento el 10 de junio de 1898. La defensa de locura que se presentó hace 3 años le fue desestimada.
Sorprendentemente, el 11 de junio, al día siguiente, Charles Fiester despertó catatónico, un shérif lo encontró con los ojos en blanco y aparentemente inconsciente. Fiester no se movió de nuevo hasta el día de su ahorcamiento, siendo ejecutado a la 1 pm del día programado.
Lo interesante de este caso es que nadie sabe si Charles estaba mintiendo nuevamente o si verdaderamente se volvió loco al recibir la noticia de su día de ejecución.