Hacer de tus hijos buenas personas es el auténtico éxito en la vida

Cuando mis hijos me vienen a la mente solo puedo tener una idea constante: que sean buenas personas. Pero ¿Qué hago para lograrlo?

Nuestros hijos son una extensión de quienes somos. Esto no hace nula su individualidad, sino que a partir de lo que nosotros les enseñamos cuando ellos son pequeños, los moldeará como personas en la sociedad del futuro. Para ponértelo como ejemplo sencillo: Imagina que el mundo es un sitio frío, para que sobreviva alguien a esto tendría que tener una abrigo. Lo primero que harías cuando traes a un menor al mundo frío es cubrirlo para que tenga calor. De la misma manera, las primeras enseñanzas son las que los protegen contra el ‘frío’ que da cuando se encuentran en la sociedad y en sus primeros momentos de vida.

A lo largo de la vida llegan nuevos ‘fríos’ a los cuales sus amigos, compañeros de clase, maestros, parejas les darán nuevos ‘abrigos’ para afrontarlos, sin embargo, ese primer abrigo nunca se quitará de ellos. Es por esto que tener un hijo no solo es una responsabilidad de alimentación, sino también de formación. Aquí es cuando nos damos cuenta ¿Qué es lo mejor que podemos hacer por ellos? ¿Qué les podemos dar para prepararlos bien para lo que se avecina en sus vidas?

Tal vez no seas la madre o padre perfectos, pero de lo que estamos seguros es que el esfuerzo de cada día por que nuestros hijos aprendan valores y habilidades, que los lleven a ser mejores personas y seres humanos, es un esfuerzo que no se debe demeritar. Entonces ¿Qué hacer?

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1. Fomentar una relación afectuosa y amorosa con los niños.

Como madres es más sencillo poder mostrar sentimientos y vulnerabilidad. Es algo que la sociedad también se ha encargado de ponerles como ‘tarea’. Sin embargo, como padres, varones, es necesario que comencemos a normalizar el mostrarnos vulnerables. Esto no nos hace débiles, al contrario, en un mundo donde se nos orilla a ser como ‘robots’ lo mejor que podemos hacer como rebeldía es mostrarnos como seres humanos. Esto hará que los pequeños sepan que está bien ser vulnerable con las personas que los aman. Así sabrán como amar y cuidar a otros desde una buena salud mental.

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2. Convertirse / ser un buen ejemplo.

¿Qué no te gustaría que tus hijos hagan? Eso que respondas, no lo hagas tú en primer lugar. Los niños aprenden con nuestro actuar y la forma en que afrontamos los problemas de la vida. Es totalmente natural que cuando ven que su pilar fundamental se desmorona, es muy probable que ellos, en el futuro lo hagan ante un problema similar.

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3. Enseñar la empatía.

¿Qué tan malo es el otro? En serio, pregúntatelo. No negamos que existan personas que a conciencia andan por la vida haciendo cosas que dañan. Pero, en este caso, piensa en esa ocasión donde no tuviste tiempo de responder ese mensaje, o que contestaste cortante porque tenías prisa, o aquella vez que estuviste todo el día en una actividad que te impidió ver a las personas que quieres ¿Eres malo por eso?

¿Calificarías de malo a alguien que no te contesto, que te ignoró o te daño de una manera, por decirlo de una manera, ‘en automático? Bien, si has pensado en esta multiplicidad de factores entonces puedes comenzar a ver las cosas con un nuevo lente: desde la perspectiva de las cosas que no ves.

La empatía se trata de eso, de ver más allá de lo que es evidente. Ninguno va a saber nunca por qué pasan las cosas, pero sí podemos ver cómo fue que ocurrieron, cómo nos afectan y cómo poder reaccionar ante ellas. Enseñándole a tus hijos a ser empático podrá saber que muchas veces la otra persona no la daño por querer hacerle daño sino por que algo debe de andar mal con ellos y por lo tanto poderles ayudar.

Eso sí, siempre con la debida distancia, porque para poder ayudar a otros, hay que primero ayudarnos a nosotros mismos con nuestros problemas, por eso también debe…

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4. Aprender a reconocer los errores propios.

Con ejemplo pasado no queremos exentar a nadie, o decir que no es culpable de lo que hace, por el contrario es una invitación para observarnos a nosotros mismos ¿Cómo es que actúanos y con este actuar hacemos sentir a los otros? Una mirada, una palaba, el tono en que se dijo. Muchas cosas que hacemos en ‘automático’ pueden dañar a otros.

Aprender a entender cómo nos sentimos y cómo dañamos a los otros nos ayudará a reconocer nuestros propios errores. De esta manera, podemos enseñarle a los niños que cuando hacen algo que se puede considerar ‘incorrecto’ es necesario que se replanteen lo que están haciendo y, si es necesario un castigo, que sepan por qué es que se les está dando uno.

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5. Las buenas acciones no se premian, hacer el bien es el premio en sí.

Por el contrario, cuando ellos están haciendo lo que consideramos ‘correcto’ no es una actividad la cual deba ser premiada. Quizá tú o yo crecimos ‘recibiendo felicitaciones’ por hacer lo que nos tocaba o realizar las actividades que son nuestra responsabilidad y ahí es donde radica el principal inconveniente de premiar por hacer bien las cosas.

Ya no hacemos las cosas porque que son las cosas que se tienen qué hacer, sino porque recibimos algo a cambio. Porque queremos hacer de los valores y la moral una manera de producción esperando tener una remuneración por ello. ¿Qué pasaría si la siguiente persona que encuentras y te ayuda en un apuro después te entregue una nota diciéndote que le debes 10 dólares por el favor?

Hacer el bien a los otros no es algo que se pague con cosas físicas, sino que se paga con la acción en sí misma. La otra persona te agradecerá que hagas lo correcto, porque si todos hacemos lo correcto, indirectamente estaremos haciendo algo bueno para nosotros mismos. Enséñale esto a tus hijos y verás como hasta tú cambiarás tu perspectiva de la vida.

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6. Delegar responsabilidades

Cosas pequeñas, como levantar sus juguetes, la limpieza de sus espacios son las primeras tareas que los prepararán para lo que siga en su vida. Aunado al par de puntos anteriores, cada acción tiene una reacción y si bien las buenas acciones no se premian, que y tiene que haber una especie de ‘castigo’ cuando conocemos los errores propios, el entender la responsabilidad cierra el circulo.

Así como nosotros hemos adquirido las responsabilidades de educar a nuestros hijos, ellos tendrán en un futuro con los suyos y, si es que no llegasen a tener, con los primos, los amigos, sobrinos o cualquier persona que ellos vayan a amar. Enseñar responsabilidad individual nos lleva a entender que todos tenemos una responsabilidad que acatar. Nadie puede cambiar al mundo cuando no puede hacerse responsable de lo que le toca primero.

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Una cosa más. Te habrás dado cuenta que a lo largo de tu vida has hecho, dicho o actuado de una manera que, en su momento considerabas correcta y que actualmente sabes que no debiste haber hecho, dicho o actuado. Es precisamente este último punto que queremos compartirte: Enséñales que eres un ser humano. Eres una persona que en algún momento no sabrás qué hacer y que te puedes equivocar y esto no tiene nada de malo.

Errar es lo más humano que existe. Equivocarse es lo más normal de todo el mundo. Nadie es ni será perfecto. Enseña siempre con esto en mente, que probablemente lo que enseñas no puede ser del todo correcto y por eso lo mejor que puedes hacer para tener éxito en la vida y que tus hijos sean personas de bien es enseñar con humanidad, con la duda. Nadie sabe el total de las cosas, puedes no estar de acuerdo con lo que te hemos expresado aquí, y eso está bien, o puedes estar totalmente de acuerdo con nosotros y eso está bien también.