La historia de amor y amistad incondicional de Hachiko.

La fidelidad incondicional de Hachiko traspasó la historia y conmovió los corazones de miles de personas. 

El amor incondicional de un animal hacia un humano es sin duda una de las muestras de afecto más puras del mundo. Esta lealtad ha sido fuente de inspiración para cientos de historias realmente hermosas. En la antigua Grecia se valoraba la lealtad de los perros, tomemos como ejemplo el mito del perro Argos, quien a pesar de los años, reconoció a Odiseo después de su larga ausencia. 

En la vida real existen cientos de historias como esta, pero sin duda ninguna es como la del perro japonés Hachiko. Él esperaba todos los días pacientemente el regreso de su dueño cada tarde en la estación del tren. Sin embargo, el hombre había fallecido en uno de sus viajes, lo que ocasionó que Hachiko nunca lo volviera a ver a pesar de que lo siguió esperando en la estación por el resto de su vida. 

Hachiko era un perro de la raza Akita Inu. Nació en una granja en 1923 y luego fue adoptado por Hidesaburo Ueno, un profesor de agricultura en la Universidad de Tokio. Ambos pronto crearon una rutina diaria, donde Ueno y Hachiko caminarían juntos a la estación del tren de Shibuya. Ahí Ueno se despediría de Hachiko antes de subir al tren para ir al trabajo. 

Pronto, las personas del lugar comenzaron a reconocer a Hachi. Los comerciantes locales y trabajadores de la estación lo vigilaban mientras pasaba el día esperando a que Ueno regresara y, a menudo, le daban golosinas. 

Esta rutina siguió por varios años, incluso cuando un día el profesor no regresó a la estación y nunca volvió a casa después del trabajo. Hachi no tenía ni idea de que su dueño jamás volvería, por lo que siguió esperándolo en la estación del tren. Como si se tratara de un reloj inglés, todos los días cuando aparecía el tren, Hachiko también lo hacía en la busca del profesor Ueno. Su fidelidad le valió el apodo de “el perro fiel”. 

Aunque Hachiko vivió en el siglo XX, su historia sigue inspirando a miles de personas en la actualidad. Su relato ha dado como resultado varios memoriales en su honor y hasta una película documental estrenada en 2009, que seguramente conoces y te hizo llorar como magdalena. Todo esto es la prueba del increíble vínculo que el profesor y Hachi crearon. 

Si algún día viajas a Japón, no debes olvidar visitar la estación de Shibuya y tomarte una foto con la famosa estatua de Hachiko.

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