Llega a su graduación en el caballo que lo llevaba todos los días a la escuela

Cuando estás por cumplir un sueño, siempre querrás tener a las personas más importantes a tu lado. Sin importar el momento o el tiempo o la ocasión, aquellos que te ayudaron a llegar a dónde estás.

Durante una graduación de bachillerato, se dio a conocer la noticia de un joven que llegó al evento montado en un caballo, si bien la imagen puede sorprender a todos, él tenía claro que necesitaba llevar al animal que lo llevo tan lejos.

Imer Baldovino Quevada, originario de Sucre, Bolivia, ingresó al salón de eventos en donde estaban esperando invitados y egresados con su caballo de nombre «Tormento», quien lo acompañó durante su camino por muchos días con tal de llegar a la Institución Educativa «San José de Majagual».

El periódico El Tiempo compartió que Tormento y el chico compartieron la misma ruta por casi dos años, a pesar de los obstáculos del clima o las situaciones extremas que podían presentarse, como caminos lodosos o desbordamientos de ríos.

Fue durante una inundación por el río Cauca que la zona donde vivía se vio afectada por lo que no había ningún medio de transporte que quisiera llevarlo, así que decidió aceptar el préstamo de Antonio Enrique Ordóñez, el dueño de una finca cercana donde también trabajaba para que pudiera usar al caballo.

De hecho, el estudiante cuenta que en varias ocasiones llegó tarde a clases, que los profesores lo regañaban, a veces no tenía tiempo de desayunar y comía hasta que volvía a casa con su mamá.

De manera sorpresiva, Imer llegó cabalgando a la ceremonia de graduación y así dejar muy claro lo orgulloso que estaba de sus orígenes y del esfuerzo que le costó terminar.

«Le dije a la profesora que quería ir en mi caballo porque es mi amigo fiel, me acompañó todos los días en esos recorridos con inundaciones y ahora tenía también el derecho de ir a mi graduación», declaró al medio local.


Aunque es algo que definitivamente no se acostumbra, las autoridades escolares correspondientes aceptaron que el joven estudiante cumpliera su deseo, al fin y al cabo no le hacía daño a nadie.

Otros asistentes contaron que no tenían ni idea de lo que Imer tenía que pasar para llegar a la escuela, por lo que al enterarse quedaron gratamente sorprendidos y se conmovieron al saberlo.

«Todo se puede con esfuerzo, todo sacrificio tiene su recompensa, no hay excusa para no estudiar», comentó.

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