Lustraban zapatos para pagar su escuela, lograron graduarse como enfermeros

Las historias de superación siempre son dignas de compartir y aplaudir, no todos los días te topas con casos en donde alguien logra cumplir sus sueños después de unos cuantos obstáculos. Mario y Carlos Daniel Cúmez,, son unos jóvenes originarios de Chichicastenango, Guatemala, ambos son hermanos y por algunos años trabajaron como lustradores de zapatos.

Es importante destacar que la situación educativa en América Latina no es tan alentadora como en otros lados del mundo, al contrario, cada vez se nota más la crisis de muchos estudiantes al querer continuar con sus estudios.

En 2016, una madre y su hija vieron a este par en la salida de un hospital, cerca de la Zona 14 y compartieron lo que averiguaron sobre ellos, resulta que Mario y Carlos trabajaban lustrando zapatos para poder usar el dinero que ganaban en su escuela.

La publicación se volvió viral en muy poco tiempo, de hecho, muchas personas expresaron sus deseos de contactarlos para ofrecerles algún tipo de ayuda, finalmente y como si se tratara de un golpe de suerte, la Universidad Panamericana les otorgó una beca completa para la carrera de Enfermería y el Instituto Guatemalteco Americano (IGA) también les ofreció una beca para que pudieran estudiar inglés.

De hecho, Mario, el hermano mayor consiguió un trabajo como recepcionista, gracias al apoyo del Ministerio de Educación. Finalmente y después de muchos años de sacrificios, los hermanos Cúmez concluyeron sus estudios.

Después de seis años se graduaron como unos orgullosos enfermeros, a la ceremonia de graduación asistieron sus familiares y esas dos mujeres que hicieron viral su situación, madre e hija, Silvia y Olga Catalán.

Esto representa todo un logro para ellos, pues son los primeros miembros de la familia Cúmez, la oportunidad que se les brindó no la desaprovecharon, al contrario, le sacaron el máximo provecho, tanto así que actualmente son los dueños y administradores de Farmacias Cúmez, contando con dos sucursales en Chichicastenango, Quiché.

Ellos son un ejemplo más de que aunque todo parezca imposible,  los sueños sí se hacen realidad, con mucho esfuerzo, trabajo y responsabilidad.

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