Mujer adopta a un niño y resulta ser el hijo que perdió 10 años atrás

Su bebé fue robado por lo que se resignó a no volver a tener hijos y tras decidirse a adoptar encontró a su pequeño en la casa de adopción

Gabriela Suárez tuvo un giro en su vida de 180º pues solo le tomó unos segundos convertir algo hermoso en otra cosa totalmente terrible. Un día que llevaba a su pequeño de 3 años a la escuela, se distrajo por unos segundos y lo perdió de vista. Tras horas buscándolo Gabriela sabía que no lo volvería a ver, o al menos eso creía.

Tras las primeras horas, un grupo muy grande de madres de la misma escuela se juntaron para iniciar la búsqueda del pequeño Bernardo junto con la policía, pero todo indicaba que el niño desapareció sin dejar rastro.

A pesar de resignarse, Gabriela comparte que jamás pensó que su pequeño estuviera muerto y que esperaba algún día encontrarlo. Su esposo pensó que esto era imposible y que ella estaba obsesionada. Por esta diferencia el matrimonio terminó por disolverse.

La búsqueda de Bernardo se fue mermando con el tiempo y al paso de 10 años cada vez fue menor, pero continuaba. Es por eso que Gabriela comenzó a trabajar todo ese tiempo en asociaciones de búsqueda, localización de niños desaparecidos, con detectives privados y cerca de las estaciones de policía para saber si encontraba rastro de su pequeño perdido.

Esto la llevo eventualmente a acercarse a casas de acogida y refugio para niños sin padres o problemas en el hogar. En uno de esos hogares un doctor se le acerco y le dijo: «¿Por qué no le das tu amor a un niño que lo necesita hasta que encuentras a tu hijo?»

Gabriela comenzó a considerar cada vez más esa opción y fue cuando se encontró con Tomás, un pequeño con entre 13 y 14 años que le llamaba la atención. El menor no jugaba con nadie, era callado y siempre estaba en un rincón haciendo dibujos.

Gabriela narra su encuentro con Tomás de la siguiente manera. Se le acercó un poco e inició la conversación: «¿Puedo ver tu hermoso dibujo?».

A lo que el pequeño le respondió que sí y le entregó la hoja. En los trazos de color se encontraba una mujer sonriente y con las manos extendidas.

«¿Quién es ella?», preguntó Gabriela.

«Esa es mi feliz mami», contestó Tomás. «Una vez mi mamá estaba feliz, pero un día se enojó mucho. Me gusta recordar su cara feliz». «Lo siento, Tomás», la potencial madre adoptiva «¿Dónde está tu mamá ahora?».

El niño se encogió de hombros y se volteó. Había comenzado a llorar tras la pregunta. El pequeño dijo que su mamá bebía demasiado y fue cuando Gabriela decidió, en un impulso, abrazarlo. El pequeño le devolvió el abrazo. Gabriela comenta que sintió las lagrimas del niño en su mejilla.

El doctor que trataba a Tomás reveló más tarde que era la primera vez que veía al menor conectar así con alguien. Después de eso es que la señora decidió de una vez por todas darle el lugar de Bernardo a Tomás, sabía que lo necesitaba.

A partir de ese día, la vida de Tomás se volvió muy distinta. Al llegar a la casa de Gabriela fue un niño totalmente feliz, aunque al principio no les fue sencillo acoplarse al estilo de vida que tenían por separado, pero la paciencia de Gabriela fue más grande.

La señora Suarez comenta que un día escuchó a su pequeño tararear una canción. Era raro, nunca lo había escuchado cantar si quiera. Pero eso no fue lo que le llamó más la atención. Su sorpresa fue mayúscula porque, al escuchar la canción que Tomás tarareaba, ¡Conocía perfectamente de qué melodía se trataba! ¡Era la canción de cuna que le había inventado a Bernardo!

Sin reparos, la madre decidió investigar cómo era que ese pequeño conocía perfectamente esa canción. El niño la miro y le sonrió le dijo: “Esa es la canción que ‘mamá feliz’ siempre me cantaba. Me hace sonreír”. Gabriela quedó atónita, miró a Tomás, tenía el cabello obscuro y los ojos cafés que Bernardo también tenía ¡Pero así lo tienen miles de chicos en el mundo! ¿Sería el mismo niño que le fue robado hace más de 10 años?

“Me estoy imaginando cosas…», pensó , pero salió, para ir a comprar un kit de ADN y lo usó en Tomás. «¡Solo quiero ver si ese desagradable germen de la gripe se ha ido!», ella le dijo como pretexto. Tomás había enfermado unos días atrás.

Tras llevar la muestra para su análisis, no hubo dudas. Recogió los resultados y fue directo a su hogar, tenía que saber la verdad. Entonces, frente a Tomás leyó los resultados y cayó de rodillas frente al niño ¡Tomás era Bernardo!

¿Cómo era posible? ¿Qué le había ocurrido tantos años atrás? Fueron las preguntas que Gabriela le comenzó a hacer al recién descubierto Bernardo. El pequeño le contó sobre dónde había crecido y cómo llegó a la casa de acogida.

Sin decirle nada, Gabriela escucho como Bernardo comenzó a describirle a la mujer con la que creció pero sabía que no era su madre.

Fue entonces cuando decidió ir a visitarla y reclamarle todo lo que le había hecho pasar. Llegó a la puerta de la mujer y tocó hasta casi derrumbar la puerta. Salió una mujer visiblemente deteriorada que le preguntó “¿Quién eres?” después vio al pequeño Tomás y lo supo inmediatamente:

«¿Qué es esto?», la mujer gritó, retrocediendo, «¿Cómo…?».

«¡Te llevaste a mi hijo, monstruo!», gritó Gabriela. «¡Me quitaste mi pedacito de felicidad y abusaste de él, y luego lo tiraste! ¡Ahora quiero que le digas la verdad!».

La mujer sollozaba. «Es verdad, Tomás. Mi hijo murió en un accidente automovilístico porque estaba borracho y tenía que tenerlo de vuelta, así que te tomé. Esta mujer es tu verdadera madre».  Le confesó al menor.

El niño sin ninguna idea de lo que estaba ocurriendo volteó con Gabriela y le preguntó: “¿Eres mi ‘Mamá feliz’?” y fue cuando la señora Suarez decidió compartir todo con el pequeño.

Tras todo este alboroto, Gabriela decidió ir a declarar a la policía con pruebas en mano. Sin mucha investigación la mujer fue encontrada culpable por privación de la libertad y secuestro. Sin embargo Tomás (Bernardo) dijo que quería que no la trataran como un delincuente, ella estaba tratando de llenar el vació que el verdadero Tomás había dejado en su vida, por lo que pidió que la trataran solo por su alcoholismo. El niño decidió no levantar cargos.

Gabriela decidió apoyar a Tomás en todas su decisiones en cuanto a lo sucedido. Actualmente viven felices y decidió desechar el nombre de Bernardo, ya que Tomás es el nombre que el menor identifica como suyo, el nombre de niño que encontró a su verdadera madre y el nombre que marcó su vida.

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