Las mascotas son una gran compañía y llenan de alegría nuestras vidas, pero también son capaces de salvarnos la vida en situaciones extremas. Esta es la historia de Karina Chikitova y su cachorro, que le ayudó a sobrevivir.
En 2014, la madre de la niña, Talina Chikitova, viajó con su hija al pequeño pueblo de Olom, en Rusia, para visitar a su madre.
Talina se había separado de su esposo pero en esa ocasión, él cuidaría a Karina mientras la madre y abuela iban al campo a segar. Cuando volvieron, las mujeres se dieron cuenta que no había nadie en la casa pero no se preocuparon.
Como su ex-esposo vivía en un pueblo vecino, Talina creyó que habría llevado a su hija de visita con sus familiares. Además, como los poblados eran realmente pequeños, con sólo un par de docenas de habitantes, la comunicación con aparatos electrónicos era prácticamente nula.
La mujer no hizo nada por verificar y tres días después, el padre volvió a Olom, sin embargo, no iba acompañado de su hija. Resultó que cuando la pequeña estaba durmiendo, él simplemente se fue.
Pronto, la familia supuso que Karina despertó y al encontrarse sola, salió de casa para buscarlos; pero en el pueblo, todos los habitantes estaban ocupados y nadie pudo verla o ayudarla. De esta manera, la niña caminó y se alejó del pueblo hacia la taiga.
La taiga, también llamado bosque de coníferas, es un ecosistema con vegetación que se encuentra en el norte, alrededor del mundo, limitando con la tundra o región polar. Así, la taiga es una zona muy fría que puede alcanzar temperaturas de 31° bajo cero.
Al percatarse de que Karina podría estar perdida, el pueblo se organizó en un grupo de búsqueda en los asentamientos cercanos, pero no tuvo éxito y la teoría de que la pequeña estaba en el frío bosque se volvió más factible.
Pronto llegaron los rescatistas profesionales para adentrarse en la taiga, pero las probabilidades de que un niño de tres años, o incluso un adulto, sobreviva son muy pocas. El frío nocturno, los animales salvajes, los mosquitos y la falta de alimento y agua son condiciones realmente difíciles de superar.
Luego de casi una semana de búsqueda, los voluntarios y rescatistas solo podían esperar un milagro. Los grupos cubrieron un área de 30 kilómetros y también enfrentaron peligros, en una ocasión tuvieron que espantar a un oso. La esperanza estaba decayendo.
Pero al noveno día el milagro ocurrió: un perro, llegó corriendo a Olom; estaba desnutrido, mojado y exhausto. También se había perdido el mismo día que Karina pero debido a la conmoción, sus dueños no lo habían recordado hasta ese momento.
Un perro de servicio siguió el rastro del cachorro y finalmente los rescatistas pudieron encontrar a Karina.
Estaba acostada entre la hierba alta y pudo ver a un voluntario llamado Artyom Borisov, a quien le tendió las manos. El hombre no pudo hacer menos que derramar lágrimas de alegría por haber encontrado viva a la pequeña niña.
Con muchas picaduras de mosquitos, Karina fue llevada al hospital donde comenzó su recuperación. La niña explicó que sobrevivió comiendo bayas bebiendo agua, y que por las noches, el peludo amigo se acostaba a un lado de ella para calentarla. Incluso, el cachorro la protegía de otros animales silvestres, y no se separaba de ella.
Decidieron llamar Nayda a este cachorro, cuyo nombre significa «desinteresado»; por el acto que le salvó la vida a Karina.
La historia conmovió a muchos y un año después, el escultor Nikolai Chuchasov realizó un monumento llamado «Niña y perro», que se encuentra frente al aeropuerto de Yakutsk.
Actualmente, Karina tiene 11 años y estudia ballet en una escuela privada; de vez en cuando viaja a Olom para ver a su abuela y a su salvador, Nayda.
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