Cuidar de los padres durante su vejez no es una obligación sino un acto de amor

Por lo general, consideramos a nuestros padres como seres extraordinarios que todos los días hacen cosas extraordinarias por sus hijos. Nos cuidan, nos alimentan, nos protegen, nos educan y nos dan todo su amor. Son como una especie de superhéroes con poderes secretos que nunca vemos en acción pero que siempre están allí, haciendo de nuestra vida un poco mejor.

Y no importa la edad que tengamos, nuestros padres siempre van a buscar la manera de seguir cuidándonos como si aún fuéramos niños pequeños. Ellos siempre están ahí para nosotros con los brazos abiertos, dispuestos a ayudar.

Sin embargo, llega un momento en la vida de los padres en que ya no son tan hábiles como antes y es ahora cuando ellos necesitan de nosotros.

Así como ellos estuvieron pendientes de nosotros en los buenos y malos momentos de nuestra vida; nosotros podemos hacer lo mismo. Demostrar que nos importan y que estamos agradecidos por todo lo que hicieron en su juventud. Apoyarlos con sus necesidades e incluso crear un vínculo más fuerte como verdaderos amigos.

Muchos hijos ven el cuidar de sus padres como una carga, un trabajo sin pago, o una obligación de la que no pueden escapar. Pero esto no podría estar más alejado de la realidad. «Cuidar» a tu madre o a tu padre no significa que debas darle de comer en la boca y cambiar sus pañales como ellos hicieron contigo (a menos, claro, que la persona así lo requiera, y aún así, hay profesionales para esa área).

Cuidarlos significa estar en contacto con ellos regularmente, preguntarles cómo se sienten y si hay algo que podamos hacer por ellos. Demostrarles cariño, poner atención a sus necesidades e incluso, alentarlos a hacer cosas para su bienestar aunque no quieran. También implica escuchar sus consejos, pues ellos ya pasaron por lo mismo y pueden brindarnos valiosas sugerencias.

Pero en caso de que su salud no esté en condiciones tan favorables, otro tipo de cuidados serán necesarios. Por ejemplo, medicamentos, dietas especiales, ejercicios y visitas regulares al médico. Algunos hijos estarán dispuestos a hacer todo esto por ellos mismos, pero habrá otros que prefieran contratar a un profesional de la salud que pueda brindar una atención especializada. O incluso, llevarlos a una casa de retiro con el mismo objetivo. Estas últimas dos opciones no quieren decir que no queramos cuidar de ellos personalmente, como muchas veces se piensa en ciertas sociedades.

Contratar a alguien o enviar a los padres a un asilo también son actos de amor.

Demostrar que amamos y nos preocupamos por nuestros padres puede verse de muchas formas. Lo fundamental es que ellos se sientan felices, amados, y que sepan que son importantes para sus hijos.

Hay que aprovechar el tiempo que nos queda con ellos, pues no sabemos cuándo podría ser el último día en que los veamos. Cuidar a nuestros padres no debe ser una obligación, sino una muestra de gratitud y amor así como muchos momentos de alegría por estar juntos aún.

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