Sarah Milner, con 30 años de edad, se topó con la decisión más importante del resto de su vida. Morir, producto de un cáncer que consumía progresivamente su cuerpo o traer al mundo a su tercer hijo.
Esta mujer nos regala una manera perfecta de demostrarle al mundo entero el verdadero significado de lo que es “el amor de una madre por sus hijos”.
Y es que Sarah se enteró que estaba gestando a un pequeño niño en su vientre junto con la fatídica noticia de que padecía cáncer de cuello uterino y que debían atacarlo inmediatamente ya que fue detectado a tiempo, estaba apenas en la primera etapa de esta enfermedad o las consecuencias serían lamentables e irreversibles.
“Los médicos me dieron la única opción de que tenía que parar el embarazo y con él perder a mi bebé de 21 semanas. Sin embargo esta nunca fue una posibilidad para mí, mi hijo vendría al mundo para completar nuestra familia sí o sí”.
Así que al negarse a recibir las quimioterapias planteadas por los médicos empieza una verdadera batalla para llevar un embarazo “normal” y que su cuerpo no muriera en el intento ya que su único objetivo claro en ese momento era que su hijo pudiese nacer sano y sin complicaciones.
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