Muere Mijaíl Gorbachov, último presidente de la Unión Soviética.

Sus reformas sorprendieron al mundo entero, además de que estuvo en el corazón de la caída de la Unión Soviética. 

Mijaíl Gorbachov fue un exdirigente soviético que puso fin a la Guerra Fría. El hombre falleció a los 91 años, según los informes del hospital de Moscú en el que estaba internado por padecer una grave enfermedad. 

Hasta el momento se sabe que será enterrado en el cementerio Novodevichy de Moscú, un lugar que se caracteriza por tener los restos de rusos prominentes en la historia del país, al igual que su esposa Raisa que falleció en 1999. 

Vladimir Putín, el presidente de Rusia, exteriorizó sus condolencias hacia el fallecimiento de Gorbachov a través de su portavoz Dmitry Peskov. 

Por otra parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, emitió un comunicado en honor a lo que él considera “el estadista único en su tipo que cambió el curso de la historia”.

El presidente Joe Biden también expresó sus condolencias hacia la familia y amigos del expresidente soviético. Además de mencionar que había sido un hombre “de una visión extraordinaria”. 

Gorbachov fue altamente reconocido en el mundo, recibiendo el Premio Nobel de la Paz en octubre de 1990 por su papel en el final de la Guerra Fría y la reunificación de Alemania. 

Sin embargo, en Rusia algunos lo siguen considerando como el culpable de la caída de la Unión Soviética. Según algunos analistas, su error recayó en que pensaba que podía reformar el país y a la vez mantener a la Unión Soviética tal y como estaba. 

El mismo Gorbachov analizaba así su papel en la caída del bloque soviético:

«A pesar de todos los males y miserias actuales, los rusos, y en general la gran mayoría de los ciudadanos de los países de la ex órbita soviética, prefieren vivir en una sociedad libre y democrática, como la que hoy disfrutan, a la situación que vivían bajo el comunismo. Ese es el marco en el que puedo encuadrar mi responsabilidad en mi etapa como ex mandatario de la Unión Soviética».

Su carrera en la política dio inicio cuando se posicionó como el director regional del Partido Comunista. A los 48 años se convirtió en ministro de Agricultura del gobierno de Josif Stalin y viajó a Moscú.

En 1986, tras la muerte de Konstantín Cherchenko fue elegido como secretario general del Partido Comunista, el más alto cargo en la Unión Soviética.

Su nombramiento sorprendió a muchos, pues se impuso a políticos con más experiencia y edad.

Tras su elección, la entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher, le dio lo que fue considerado como el visto bueno de los países occidentales.

«Me gusta Gorbachov», dijo la Dama de Hierro. «Creo que podemos hacer negocios con él».

La caída de la URSS parecía inminente, por lo que cuando Gorbachov llegó por fin al poder, implementó 2 estrategias para impedirlo. 

Según el líder, el país necesitaba una perestroika o reestructuración económica.

«Se están quedando rezagados tras el resto de la economía. Sus productos de mala calidad son una desgracia», les dijo a los líderes del Partido Comunista.

La perestroika iba acompañada de otra estrategia, glasnost, que se traduce como apertura o transparencia.

En efecto, bajo su mandato aumentaron la tolerancia de credo y pensamiento y la divulgación de noticias nacionales e internacionales.

Emprendió además una campaña para democratizar el Partido Comunista y permitir el pluripartidismo.

En cuanto a la política exterior, Gorbachov se centró en poner fin a años de Guerra Fría y firmó varios acuerdos con los gobiernos estadounidenses de Ronald Reagan y de George Bush para el control de armas nucleares.

El mandatario también puso fin a la ocupación soviética de Afganistán, regularizó las relaciones diplomáticas con China, e incluso se alió con Estados Unidos durante la Guerra del Golfo en 1991.

Sin embargo, a finales de la década de los 80, Gorbachov se enfrentó a lo que fue su prueba más dura: El quiebre de la Unión Soviética. 

En julio de 1989, anunció que los países miembros del Pacto de Varsovia podían decidir su propio futuro.En noviembre de ese mismo año, el curso de la historia europea cambió: el muro de Berlín cayó y, poco después, Alemania se reunificó.

En marzo de 1991, las repúblicas bálticas de Lituania, Estonia y Letonia se independizaron de Moscú.En un principio, Gorbachov intentó evitarlo por la fuerza, pero la ola independentista se propagó por todos los países miembros del Pacto de Varsovia.

Al final, Gorbachov fue acusado, por sus mismos aliados, de  haber dejado ir a los países bálticos y de socavar los fundamentos del Partido Comunista y de la Unión Soviética.

En agosto de 1991 fue retenido en su villa de Crimea y miembros del Partido Comunista querían obligarlo a renunciar a su puesto. Ellos querían impedir   la firma del nuevo acuerdo que reemplazaba la estructura central soviética por una más federal.

El entonces presidente de la Federación Rusa, Boris Yeltsin, denunció el golpe y reunió apoyo para Gorbachov.El aún secretario general regresó a Moscú, pero estaba políticamente debilitado.

En diciembre de 1991 y tras la independencia de Ucrania, Yeltsin declaró la disolución de la Unión Soviética y el establecimiento de la Comunidad de Estados Independientes.

Cuatro días después, el día de Navidad, Mijaíl Gorbachov renunció a su cargo.

La URSS dejó de existir.

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