Nadie la quería por su cara triste y tuvo que esperar meses para ser adoptada.

Después de un año, esta pequeña por fin pudo ser adoptada. Bean pasó largos meses esperando, pues nadie la quería por su mirada melancólica. 

En el mundo, existe un animal para cada persona. Según tu personalidad, hábitos y gustos, hay una mascota ideal que se ajustará a tu vida. Hay quienes prefieren a los perros, otros a los gatos, uno que otro a las aves, roedores e incluso reptiles. Lo importante es que una vez que encuentres a tu compañero ideal, le brindes el amor y cariño que merecen. 

En este caso queremos hablarte de la pequeña Bean. Se trata de una gatita que fue encontrada en la zona de remolques, donde estaba sola, tenía hambre, frío y hasta una infección en los ojos. Pronto fue trasladada a un refugio donde fue atendida y tuvo que pasar más de un año para que alguien preguntara por ella para adoptarla. Aparentemente, nadie deseaba llevársela a casa por tener “cara de enojada” aunque esto era lo más alejado de la realidad, pues en realidad es muy tierna y cariñosa. 

Su foto llevaba publicada en el sitio web del refugio por más de un mes y ni una sola persona había preguntado por ella. No fue hasta que una noche una chica, llamada Francisca Franken, cayó perdidamente enamorada de la extraña expresión de Bean. Fue en ese momento que decidió que era ella la compañera gatuna que buscaba. 

Pasaron varias semanas hasta que Francisca recibió una llamada preguntando algo inusual: “Recibí una llamada de una mujer amable del refugio quien me preguntó si Bean de verdad era el gato que quería adoptar porque, aparentemente, nadie se había interesando en ella antes”, relata Franken. “La mujer que me llamó temía que hubiese apretado el botón equivocado”.

“Una mujer me llevó a su habitación y lo que vi fue mucho más hermoso de lo que jamás podría imaginar. Tenía piernas muy regordetas y una cola corta y la cara más plana que jamás haya visto. Comencé a llorar cuando entré a su habitación porque estaba muy abrumada. No era en absoluto lo que había imaginado, pero era mucho mejor “. Franken agrega: “Mucha gente que la vio en el refugio dijo que era fea, pero creo que es la gata más perfecta que haya existido”.

Con el paso de los meses, Francisca y Bean fortalecieron su relación y ahora se han vuelto inseparables: “Se sintió como en casa desde el primer segundo”, recuerda Franken. “Se acostó en el sofá y tomó una siesta como si el sofá fuera lo más cómodo que hubiera experimentado en su vida”. Después de una siesta larga y muy necesaria, Bean comenzó a explorar su nuevo hogar y su verdadera personalidad comenzó a brillar.

La mirada melancólica de Bean cambió a algo más brillante y la alegría se percibía en sus ojos. Ahora incluso pasa sus tardes junto a la computadora mientras Francisca trabaja y en las ocasiones cuando sale, Bean corre a la ventana para seguir a su humana hasta que la pierde de vista. 

“Bean no es un verdadero animal de apoyo emocional, pero definitivamente ya me ha ayudado a superar momentos difíciles y no puedo expresar con palabras cuánto la amo”, afirma. “Ella significa el mundo para mí y se merece todo el amor después de pasar cosas tan difíciles antes de llegar a mí”.

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